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sábado, 2 de diciembre de 2017

CIBERBULLYING



¿Qué es el Ciberbullying?

     El ciberbullying es el uso de los medios telemáticos (Internet, telefonía móvil y videojuegos online principalmente) para ejercer el acoso psicológico entre iguales. No se trata aquí el acoso o abuso de índole estrictamente sexual ni los casos en los que personas adultas intervienen.

¿Qué no es el ciberbullying?

     Por tanto tiene que haber menores en ambos extremos del ataque para que se considere ciberbullying: si hay algún adulto, entonces estamos ante algún otro tipo de ciberacoso.

    Tampoco se trata de adultos que engatusan a menores para encontrarse con ellos fuera de la Red o explotar sus imágenes sexuales. Aunque hay veces en que un/a menor comienza una campaña de ciberbullying que puede acabar implicando a adultos con intenciones sexuales.


¿Cuándo estamos ante un caso de ciberbullying?

    Estamos ante un caso de ciberbullying cuando un o una menor atormenta, amenaza, hostiga, humilla o molesta a otro/a mediante Internet, teléfonos móviles, consolas de juegos u otras tecnologías telemáticas.

¿Qué tiene que ver el ciberbullying con el bullying o acoso escolar?

     No son tan similares como podría pensarse. En ambos se da un abuso entre iguales pero poco más tienen que ver en la mayoría de los casos. El ciberbullying atiende a otras causas, se manifiesta de formas muy diversas y sus estrategias de abordamiento y consecuencias también difieren. Sí es bastante posible que el bullying sea seguido de ciberbullying. También es posible que el ciberbullying pueda acabar también en una situación de bullying, pero desde luego esto último sí que es poco probable.

¿Por qué es especialmente grave el ciberbullying?

El anonimato, la no percepción directa e inmediata del daño causado y la adopción de roles imaginarios en la Red convierten al ciberbullying en un grave problema.


¿Cómo se manifiesta el ciberbullying?

    Las formas que adopta son muy variadas y sólo se encuentran limitadas por la pericia tecnológica y la imaginación de los menores acosadores, lo cual es poco esperanzador. Algunos ejemplos concretos podrían ser los siguientes:

    Colgar en Internet una imagen comprometida (real o efectuada mediante fotomontajes) datos delicados, cosas que pueden perjudicar o avergonzar a la víctima y darlo a conocer en su entorno de relaciones.
    Dar de alta, con foto incluida, a la víctima en un web donde se trata de votar a la persona más fea, a la menos inteligente… y cargarle de puntos o votos para que aparezca en los primeros lugares.
    Crear un perfil o espacio falso en nombre de la víctima, en redes sociales o foros, donde se escriban a modo de confesiones en primera persona determinados acontecimientos personales, demandas explícitas de contactos sexuales…
    Dejar comentarios ofensivos en foros o participar agresivamente en chats haciéndose pasar por la víctima de manera que las reacciones vayan posteriormente dirigidas a quien ha sufrido la usurpación de personalidad.
    Dando de alta la dirección de correo electrónico en determinados sitios para que luego sea víctima de spam, de contactos con desconocidos…
    Usurpar su clave de correo electrónico para, además de cambiarla de forma que su legítimo propietario no lo pueda consultar, leer los mensajes que a su buzón le llegan violando su intimidad.
    Provocar a la víctima en servicios web que cuentan con una persona responsable de vigilar o moderar lo que allí pasa (chats, juegos online, comunidades virtuales…) para conseguir una reacción violenta que, una vez denunciada o evidenciada, le suponga la exclusión de quien realmente venía siendo la víctima.
    Hacer circular rumores en los cuales a la víctima se le suponga un comportamiento reprochable, ofensivo o desleal, de forma que sean otros quienes, sin poner en duda lo que leen, ejerzan sus propias formas de represalia o acoso.
    Enviar menajes amenazantes por e-mail o SMS, perseguir y acechar a la víctima en los lugares de Internet en los se relaciona de manera habitual provocándole una sensación de completo agobio.

 

Ciberbullying: guía para profesores

     Como dice la sabiduría popular: “Los niños pueden ser muy crueles”. Y es que, como parte de su crecimiento, suelen divertirse a costa de sus amigos y compañeros de clase, con actividades inocentes que van desde ponerles apodos hasta burlarse de los errores que cometen.

Estos juegos, lastimosamente, pueden generar un acoso sobre algunos menores, cuando estas burlas se vuelven repetitivas y cotidianas, al tiempo que comienzan a lastimar la autoestima de quienes las reciben.

Con la llegada de herramientas tecnológicas e Internet a las aulas de clase, estos traspasaron los muros de los colegios y escuelas. Ahora, la víctima de ciberacoso o cibermatoneo no solo debe soportar que esas burlas hirientes las realicen incluso personas que nunca ha visto, sino que además lo persiguen incluso hasta sus propios hogares, a través de redes sociales.

Así pues, los profesores de colegios y escuelas pueden implementar varias estrategias para detectar y evitar casos de matoneo en sus aulas de clase. Al fin y al cabo, ellos pueden detectar fácilmente cuando alguno de los estudiantes cambia radicalmente su estado de ánimo o su comportamiento.
Estas son cinco recomendaciones que maestros y padres de familia eviten que crezcan los casos de ciberacoso entre sus grupos de influencia.

1. Forme ciudadanos digitales
Para la fundación Open Colleges, es importante enseñarles a los niños que las mismas reglas aplican cuando se está dentro o fuera de Internet. En este caso, hay que asegurarse de que saben claramente cuáles son los riesgos que pueden encontrar en línea y cuál es la mejor forma para evitarlos: esto les ayudará a tomar decisiones más sabias.

2. Incremente la toma de conciencia
La mejor arma que tiene la sociedad para enfrentar sus peligros es el conocimiento. Antes que crear pánico sobre el uso de la tecnología o difundir malentendidos, cuando los alumnos conocen y comprenden los riesgos, se genera una atmósfera positiva donde todos los miembros del grupo saben cómo actuar para cuidarse mutuamente. De acuerdo con Open Colleges, en este punto es importante nombrar casos de cibermatoneo y hacer que los mismos estudiantes los resuelvan.

3. Responda sabiamente, nunca de afán
Muchos padres y educadores pueden empeorar los casos de cibermatoneo, al actuar de forma apresurada ante la primera señal. Según la organización ConnectSafely, muchos casos de matoneo involucran a niños marginados del grupo y a un abusador que aprovecha esa ventaja para incrementar su poder y estatus. Al actuar de forma pública, muchos profesores pueden lograr que el niño sea considerado ‘el sapo’ del curso e incrementar esa marginalización.

4. Establezca una comunicación abierta con los alumnos
Para Open Colleges, los alumnos deben saber a quién acudir antes de que tengan problemas de matoneo. Lo mejor es contar con recursos claros y que estén disponibles para estas situaciones. Por ejemplo, poner una urna donde los estudiantes puedan realizar denuncias anónimas.

5. Impulse políticas de ‘Cero tolerancia’
Finalmente, los expertos recomiendan crear normas internas que dejen claro que es inaceptable cualquier tipo de matoneo. Estas reglas sirven como una buena forma para evitar agresiones verbales y establecer las normas de convivencia esperadas.

fuente: http://www.enticconfio.gov.co/ciberbullying-guia-para-profesores

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